lunes, 1 de abril de 2013

CRIMININALIZAN NUESTROS DERECHOS

 Se estaba convirtiendo en demasiado molesto. El movimiento de PAH crece a base de sensibilizarnos a todos con la realidad. Llevan cuatro años despertando la conciencia del colectivo, denunciando la demoledora actuación de la banca que arrasa con la vida de personas cuyo único pecado es ser víctimas de una deflagración económica que les ha dejado sin recursos para afrontar su supervivencia.
 
El PAH nunca se ha definido políticamente. Emprendieron su camino cuando los socialistas gobernaban en España y el cambio que se produjo a raíz de las elecciones de 2011 no ha provocado ninguna modificación en sus criterios. Pelean por nuestro derecho a una vivienda; algo que es ajeno a las doctrinas partidistas. Su enemigo es el sistema bancario y las leyes que le otorgan patente de corso a la hora de despojarnos de nuestro techo aunque la causa del impago tenga sus orígenes en la nefasta gestión de los propios bancos.
 
 
BankiaEl gobierno, sometido a la troika, ha cargado sobre nuestras espaldas la nacionalización de esas entidades; las ha sacado del pozo a costa de nuestra economía doméstica sin exigirles que nos correspondan atenuando la rigidez con la que ejecutan los deshaucios. Echan de su casa a los mismo ciudadanos que están pagando su rescate.
La PAH denuncia esta vileza y propone soluciones para las que toma como referencia la metodología de otros países europeos. No pide caridad ni medidas excepcionales. Solo apela al derecho y la razón.
Más de 1.500.000 personas dan soporte a esas peticiones de la plataforma, triplicando el número de firmas necesarias para llevarlas al Congreso.
El Parlamento intenta hacer caso omiso a esa propuesta y solo la presión social consigue que, a última hora, el partido del gobierno de marcha atrás y acepte debatir los cambios. Pero solo es un gesto. Desde el mismo momento en que admite el debate afirma que va a votar en contra de la totalidad de la propuesta.
 
 
 La disciplina de voto bajo la que se desenvuelve nuestra cámara baja propicia una desestimación de la voluntad popular. La banca se opone a esos cambios y el PP se atrinchera en su mayoría para sabotear lo que, en justicia, debería convertirse en una salida airosa para las desafortunadas víctimas de un sistema hipotecario que Bruselas señala con impropio por su falta de respeto a los derechos humanos.
 
¿Cómo romper esa disciplina de voto? Pocas posibilidades, muy pocas. Pero siempre cabe el esfuerzo de seguir movilizándose incorporando el mensaje personalizado a los miembros del Congreso y otras figuras políticas que se desenvuelven en la élite del poder.
 
S  Les duele. A los políticos, especialmente a aquellos que se han encumbrado en la mentira y la demagogia, les duele que llamemos a la puerta de su casa para recordarles que lo que pretendemos es posible, que son nuestros representantes y es a nosotros a quienes nos tienen que servir y no al sistema que está destruyendo nuestro futuro. Les duele tanto que maquinan una estrategia de respuesta que solo puede urdirse desde el maquiavelismo de un sistema absolutista. Tienen expertos en la difusión de la mentira y provocar escándalos que confundan a la opinión pública.
 
Aparece Cristina Cifuentes, con su mentalidad de general de los ejércitos antidisturbios, y demoniza a la plataforma tachándola de terrorista. En cualquier otro estado democrático sus declaraciones serían motivo para que fuera cesada de inmediato. Pero sucede todo lo contrario. Destacados miembros del gobierno y los correveidiles de turno apoyan esas declaraciones e incluso de atreven a vociferarlas en debates televisivos. Ada Colau y la PAH son un movimiento de carácter terrorista. Son antisistema. Son criminales.
En sus torres de veinte pisos de marfil la banca se frota las manos. Ni Bruselas, ni el gobierno de España, ni mucho menos esa banda terrorista antisistema, van a conseguir que pierdan sus prerrogativas a la hora de ejecutar deshaucios.
 
No importa que haya cinco millones de viviendas vacías en España, no importa que la dación en pago sea una fórmula al uso en medio mundo, no importa que por tener 3 años y un día los niños puedan quedarse en la calle. Lo que importa es que la banca recupere sus pisos y pueda seguir persiguiendo a los deudores. No quieren perder esa doble fuente de negocio.
 
La persecución acaba de empezar. Lo acontecido en los últimos días ha sido solo el introito de una ceremonia metódicamente programada para desacreditar a la PAH y, muy especialmente, a sus cabezas visibles. La buena gente en España no interesa. Son criminales, son terroristas, son la temida izquierda antisistema que amenaza el cortijo del poder y hay que acabar con ellos al precio que sea. Si ese precio pasa por compararles con ETA, se paga y que lo paguen.
 
Es imprescindible que esta vez no nos quedemos en casa como receptores visuales de una información que nos facilitan los medios. Ni es totalmente correcta ni ayuda a que lo sea. Si el Parlamento no aprueba las medidas propuestas por ese 1.500.000 firmas seguiremos hablando de suicidios, de gente en la calle, de desalojos violentos, de persecuciones y de acosos. Hemos salvado a los bancos donando sangre pero no les basta, la quieren toda, hasta la última gota.
 
Que nadie dude a la hora de dar soporte a Ada Colau y la PAH. Ahora o nunca.

 
 
 
 

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